Me
ha pasado varias veces que no sabía hacia que lado tenía que ir ni por
qué. Me ha pasado, también, que no tenía ganas de ir hacia ningún lado. A
menudo, he llegado a lugares a los que realmente no debía ni quería
llegar (y de los que no sabía como volver).
El Gato no hizo más que sonreír al ver a Alicia.
-Minino de Cheshire-empezó a decirle, tímidamente […] Pero el gato se sonrió un poco más. Y le volvió a preguntar:-¿qué camino debo seguir?
-Según a donde quieras llegar-observó el Gato.
-Me es absolutamente igual un sitio que otro...-dijo Alicia.
-Entonces también da lo mismo un camino que otro-añadió el Gato.
-Es con tal de llegar a alguna parte-agregó Alicia a la explicación.
-Para eso-le aseguró el Gato-basta con que empieces a andar y andar.
Por primera vez en mucho tiempo, tengo en claro hacia adonde quiero ir.
No sé si es que mis pies tienen raíz, o es que se afianzaron, o simplemente crecí. Pero no tengo más que agradecerles por llevarme de un lado a otro, por enseñarme que aunque los maltrate o los descuide ellos están ahí.
Manteniéndome.
Guiándome.
Llevándome.
Sosteniéndome.
Equilibrándome.
Soportándome.
´n___n
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